Por: Jorge Emmanuel Escobar Moreno
Twitter: @pezcapitan
La construcción del Aeropuerto Internacional El Dorado inició en 1955, afectando lo que en aquel entonces eran áreas de inundación y parte del Humedal Jaboque, sepultando alrededor de 690 hectáreas (1).
El Humedal Jaboque estaba conformado por 3 humedales, Gaco, Jaboque y Cacique. El Humedal el Gaco se ubicaba en predios de lo que hoy es el aeropuerto El Dorado, el humedal Cacique habitaba en lo que hoy se conoce como barrio Álamos y el Humedal Jaboque, es el único sobreviviente, a espaldas de Villa Gladys, antes ocupaba la totalidad del terreno al norte del aeropuerto (2).
A comienzos de la década de los 50, el humedal Jaboque, se extendía hasta lo que hoy es el humedal Tibabuyes. De igual forma, la construcción del Aeropuerto y la Avenida El Dorado, obras concluidas en 1958, afectaron la laguna que ocupaba esa área, fragmentándola en los humedales de Jaboque y Capellanía (3).
Las urbanizaciones anteriormente mencionadas, afectaron un brazo del humedal de Jaboque, reduciéndolo, y las obras de drenaje para la construcción de la pista modificaron el flujo hídrico de la zona (4).
El Humedal hecho pista
Desde hace 53 años se le viene dando este uso, el humedal ha desaparecido en gran parte, sin embargo existen canales por donde el humedal respira y en épocas de lluvia, los campos aledaños y las pistas se inundan, afectando incluso el flujo normal de vuelos en el aeropuerto.
Impactos al ecosistema:
- Contaminación auditiva: El ruido supera en muchos casos los 90 decibeles, afectando a la población y a los ecosistemas, la fauna es muy sensible y se ve seriamente afectada, viéndose reflejado en la disminución de la diversidad y cantidad de especies.
- Perdida de espacios reguladores del ciclo hídrico: Disminuyendo en gran medida la capacidad de este territorio para controlar y prevenir inundaciones.
- Irrupción de la conectividad ecológica: La construcción fragmento a este gran cuerpo de agua en varios humedales, que actualmente están separados por pistas de aviones y barrios industriales y residenciales.
- Alteración del curso natural del río Bogotá: Así lo menciona Juan Manuel Moreno del grupo de Investigación en Geomorfología y Procesos Fluviales del Departamento de Geociencias. “Lo corrieron con el permiso del mismo Gobierno nacional, generando un canal nuevo. Hoy vemos cómo la segunda pista estuvo anegada, los sistemas de navegación están inundados porque están en lo que eran los terrenos del lecho del río. Luego nos preguntamos, ¿por qué sucede eso? Sencillamente porque así construimos y así diseñamos. ¿Dónde están los entes de control que vigilan esto?”
Los Humedales sobrevivientes
Actualmente existes dos grandes cuerpos de agua, además del Jaboque y Capellanía, fácilmente identificables desde fotografías satelitales, el primero al costado sur del aeropuerto en la Localidad de Fontibón, asociado a la Hacienda El Escritorio, meandro del río Bogotá y otro en el límite norte, de menor tamaño.
Los dos ecosistemas suman aproximadamente 60 hectáreas, ambos más grandes de lo aquí expuesto, sin embargo para este caso solo contabilizamos lo que comprende el territorio del Distrito Capital. Dicha área puede se mayor, si se tienen en cuenta espacios aledaños, que han venido siendo degradados y que anteriormente fueron áreas de descanso del río Bogotá.
El falso Dorado
Contrario a la connotación positiva que tiene la palabra «El Dorado» para nuestro país, el del aeropuerto ha sido el verdugo de la vida para este territorio, lo que fue una gran tierra de abundancia, significado que le daban a la palabra «Jaboque» los Muiscas, hoy tiene un panorama oscuro. Se sigue construyendo en la zona y se planea una gran ampliación del aeropuerto capitalino, una lástima siendo esta una zona de alta riqueza, suelos fértiles que albergan gran biodiversidad, es tal vez el lugar dentro de Bogotá, donde más he escuchado la Tingua Bogotana (Rallus semiplumbeus), espacios propicios para recuperar la conectividad con otros ecosistemas de la ciudad y de municipios cercanos como, Funza, Cota y Mosquera.
Es nuestro deber proteger y recuperar estos ecosistemas, humedales que vienen dando la lucha, resistiendo a los ataques de la humanidad y que han logrado sobrevivir, y que por nuestra indiferencia sean otro capitulo del Érase una vez un Humedal
Notas:
- Wikipedia
- Bazar de los recuerdos, Teresita Ramirez Gutierrez.
- Cartilla Parque Ecológico Distrital Humedal Jaboque, EAAB.
- Historia de los humedales de Bogotá, http://www.encolombia.com/medioambiente/hume-bogota-indice.htm
Fotos:
- Acuatizaje en El Dorado, Gustavo Wilches-Chaux.
- Aeropuerto El Dorado. Archivo Jaime Escobar.
- Aeropuerto El Dorado (1960), Villegas Editores
- Humedales sobrevivientes, Google Earth
- Jorge Emmanuel Escobar Moreno, www.humedalesbogota.com
El aeropuerto El Dorado se hizo donde se hizo por los especuladores de tierras. En los 50`s, algunos urbanistas progresistas independientes plantearon la posibilidad de hacerlo en cercanías a Villevicencio, donde existían grandes extensiones de tierra poco aprovechables en términos agrícolas y a las cuales se podría haber accedido por una vía rápida, cuyo trazado hoy día se ha recuperado parcialmente con los viaductos y túneles recientemente construidos, el proyecto contemplaba túneles que se contratarían con una empresa suiza que los hacía muy baratos (en los 50`s) y los viaductos con un consorcio italocolombiano, cuando la vía rápida iba a nivel, su perfil estaba pensado con el fin de disminuir el impacto sobre los ecosistemas y cada tanto tenía puentes-corredores verdes para la interconección de flora y fauna a lo largo de su recorrido; en los tres casos (viaductos, túneles y vías a nivel) la construcción y operación corría por partes iguales para el capital extranjero y la inversión que hacía el Estado colombiano, pero no, la antigua vía al llano (y la nueva también) se hizo para favorecer a los especuladores de tierras y no para beneficio de todos los colombianos, al igual que el caso del Aeropuerto El Dorado. Hoy día ese aeropuerto, contrario a la visión alternativa mencionada, no es regional, está mal ubicado, genera impactos negativos a las personas y a los ecosistemas, además de que con todo y la ampliación de OPAIN, se queda realmente pequeño.
Hablando del tema de los especuladores; el influyente, prestante y muy encopetado exalcalde Fernando Mazuera, se hizo a tierras valdías antes, durante y luego de su administración (entre los 50 y los 70), gracias a su obvia influencia en los procesos de planeación de Bogotá, con el fin de «ponerlas a engordar», pues bien, engordaron y su empresa (Fernando Mazuera y Compañía) se dedicó a urbanizar las vegas de Bogotá, especialmente al norte, donde la tierra no valía casi nada antes de la urbanización de las «M» (Mazurén, Mirandela, Magdala, Malibú, etc.) y luego de ubicar sus proyectos la tierra multiplicaba su valor a costa de hectáreas enteras de humedales de sabana; algo así pasa con el Aeropuerto de una ciudad que dentro de poco y para la mayoría de los bogotanos será aun más invivible, ya que Bogotá se está pensando desde hace mucho como un enclave para la plutocracia del centro del país, una ciudad donde grandes masas de desposeidos serán la base del sustento y la prestancia boyante de unos pocos privilegiados… no hay más que ver lo que nos rodea…
Interesante exposición del desenvolvimiento de esta megaobra capitalina, que con la nueva reestructuración, nos interroga sobre la importancia que concedemos los capitalimos de vieja data, a nuestro patrimonio natural y las perspectivas futuras para nuestros descendientes.
Reconocer la importancia de la creación de infraestructura de transporte para una gran ciudad como Bogotá, no nos dispensa de buscar alternativas amigables con la inmensa riqueza hídrica de la sabana.
Gracias por la útil información.
Bogotá como centro urbano denso debió crecer hasta donde lo hizo al finalizar la década de los 40`s, y el resto debió haber sido parte de un grupo de centros urbanos densos, pequeños y autónomos interconectados por tren eléctrico guardando respeto por el ecosistema acuífero que reina en una sabana inundable de altura como la bogotana. Hoy día se ven las consecuencias con el fenómeno de la niña, todo se inunda, la ciudad se colapsa y con ella otros muchos centros urbanos del país que se han desarrollado en beneficio de los especuladores de tierras.