Esa Magia de La Libélula
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El pasado 23 de junio asistimos a la minga en el “Pantano-Humedal La Libélula” con el fin de realizar la siembra de algunos árboles que ahora harán parte del proceso de recuperación que allí se lleva a cabo.

Este Humedal, como todos, es un espacio maravilloso que aún podemos disfrutar en Bogotá. Sin embargo, este en particular, posee algo especial, una energía diferente, una magia indescriptible que además denota el esfuerzo de cada uno de los que han hecho parte de este proceso. Es en este lugar, donde se puede decir “no es imposible pasar del dicho al hecho”.

A la llegada…

Al llegar al lugar, se hace visible el esfuerzo colectivo de manos trabajadoras y por su puesto el acercamiento con la madre tierra. Junto al proceso del humedal, va de la mano el trabajo realizado por el CEJ (Centro Experimental Juvenil) (1). Así que, esta labor tiene un mérito enorme. Solo con dar el primer paso en el camino de entrada, es posible dejarse recibir por diversas plantas que han sido sembradas y que con sus colores hacen del camino de ingreso el paso a una dimensión que para muchos, aún es desconocida.

Varias botellas han sido utilizadas para demarcar el camino, desde allí se ve que eso del reciclaje y la reutilización no es puro cuento, que han logrado pasar de las simples campañas a las que los medios de comunicación nos han acostumbrado, que son inmediatistas, sin sentido y sobre todo sin ninguna trascendencia o simplemente en búsqueda de una imagen “verde” y amable que termina siendo creíble para muchos y que por el contrario, aquí se nota desde la llegada, que se ha realizado un verdadero y arduo proceso.

Al dar algunos pasos, se observa por los agujeros de unas curiosas ventanitas fabricadas con cartón, una biblioteca de ambiente antiguo, que hace parte de los procesos de enseñanza y conversacionales que allí se realizan. Ya en el segundo piso, se encuentran gran cantidad de plantas en proceso de crecimiento, para luego ser sembradas en los alrededores del humedal.

Solo basta una mirada para divisar desde allí, el Humedal-Pantano La libélula. Es amplio, con un gran espejo de agua, algunas garzas ya se alcanzan a observar y otra aves que tal vez al acercarnos logremos identificar.

Vamos pal humedal…

Después de un rato partimos hacia el humedal, en sus alrededores se encuentran varias huertas que han sido construidas por los compañeros que lideran el proceso y las personas que asisten a las mingas. Las huertas tienen varias formas, lo que las hace bastante particulares y se han convertido además, en una manera más para que las personas comprendan la importancia de la tierra, del agua, pero sobre todo para rescatar cultivos que han tenido gran importancia cultural y con grandes valores nutricionales; los cúbios, el maíz, la quinua, entre otros, que merecen ahora más que nunca ser rescatados.

Así que, continuando con el trabajo que han realizado los compañeros y con la ardua colaboración de León, uno de los líderes, hemos realizado la siembra de algunos Sangregados (Croton Draco) o árboles de sangre de drago como también son conocidos y ahora ellos harán parte de este hermoso humedal.

Siembra, cosecha y sopita…

Los alimentos cosechados de las huertas, son la excusa perfecta para preparar una buena sopita en la minga… y la sopita, la excusa perfecta para que las personas asistentes se integren y conversen un poco. Un encuentro más de saberes, diferente al de la siembra pero igualmente importante, pues es la oportunidad para saber quienes somos y compartir algunas visiones sobre ambiente, cultura, política, entre otros conceptos que manejamos de formas diferentes en la cotidianidad, desde ese contexto y diario vivir en el que cada uno se encuentra inmerso.

De la esponja a la viruta…

Al terminar de compartir la sopita y con el ambiente de casa familiar que caracteriza este lugar, “cada uno lava su platico” la gran diferencia es que se lava usando algo de conciencia ambiental, del buen uso de los recursos y sobre todo de la reutilización.

El agua se coge de un pequeño platón y el plato se refriega con una puñada de viruta de aserrín, que luego es usada como abono para las plantas o para el baño seco, poco convencional en nuestro globalizado mundo.

Este proceso en general, choca de una manera muy positiva con nuestras costumbres, es claro, que estamos acostumbrados a malgastar, botar y poco reutilizar. De repente, es como si la conciencia despertara un poco más, de esa intermitencia que por ratos nos agobia o de ese letargo infinito del que algunos no han querido despertar.

Sí, es extraño, en casa seguramente no lavamos los platos con viruta de aserrín, ni a puñadas de agua. Seguramente, malgastamos litros de agua lavando cada plato, con enormes cantidades de jabón que finalmente van a parar a nuestros ríos y humedales. Por ello, lo realmente significativo es comparar, poner en tela de juicio nuestra conciencia ambiental y modificar nuestros hábitos a unos más coherentes con la naturaleza. Probablemente, no todos estemos dispuestos a cambiar de manera radical, pero con empezar el proceso ya se ha dado el primer paso.

La escuela, el círculo de la palabra…

La finalidad de la minga entonces se continúa llevando a cabo, pues entre palabras y saberes se aprenden cosas nuevas y se realiza un hermoso trabajo colectivo.

Sin embargo, los jóvenes que conforman el colectivo de recuperación no solamente se encargan de organizar las mingas, las jornadas culturales y de recuperación del cuerpo de agua, del uso permanente de residuos, entre otros. En el C.E.J, también se lleva a cabo una escuela de formación, que más que una escuela, es un enorme círculo de la palabra donde se comparten experiencias, visiones sobre el mundo y el territorio, pues es así como se aprende a conocer y valorar cada uno de los lugares que habitamos y recorremos.

En la escuela se hacen actividades colectivas de recuperación de la memoria histórica, de esas cosas, palabras y vivencias, que si no se cuentan, dejan de enseñar, de tener sentido y de heredarse.

No hay restricción alguna, no hay límite de edad para asistir a la escuela, lo que hace que allí confluyan conocimientos de diversas épocas y de culturas diferentes y que a su vez se logren crear aprendizajes colectivos.

El proceso que se ha llevado a cabo en el humedal–Pantano La Libélula, es asombroso, pues se compone de tantos aspectos que solo conociéndolo y sintiendo las energías que allí convergen, cada quien será capaz de tener una perspectiva distinta y una manera de aportar. Es admirable, el lograr reunir en un solo lugar el arte, la palabra, la cultura, la política, la crítica social, etc. Pero además, es un gran ejemplo sobre el trabajo colectivo y popular.

El mérito más que de las personas, es de la tierra y sobre todo del agua, como centro de las cosas, porque sin ella, probablemente ninguna de las actividades que en este lugar maravilloso ocurren, se estarían dando.

Gracias al agua nos reunimos,

Gracias al agua sembramos,

Gracias al agua nos acercamos a la tierra,

Gracias al agua se acercan las libélulas,

Y gracias a su existencia se ha dado el nombre a este maravilloso lugar.

 

“Humedal-Pantano La Libélula”… retornando al agua.

 

 Notas:

  1. C.E.J. Colectivo juvenil, que lidera y acompaña procesos conversacionales y de aprendizaje entorno a los temas económicos, culturales y ambientales en el sur de la ciudad.

 

Jasbleady Castañeda Solano

Lic. Biología Universidad Pedagógica Nacional

Jasbleady@gmail.com

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