Más allá de los humedales, la ciudad. Implicaciones del proyecto ALO, Parte I: Fontibón

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Por: Germán Andrés Quimbayo Ruiz.

Como parte de la estrategia #ALObien, la Fundación Humedales Bogotá se ha dado a la tarea de empezar a documentar con información en terreno, testimonios y documentación de archivo, las implicaciones concernientes al proyecto de la Avenida Longitudinal de Occidente-ALO-. Ya se cuenta con un primer inventario del tramo comprendido entre las calles 13 y 72, correspondientes a las localidades de Fontibón y Engativá. Más adelante se espera complementar con mayor detalle lo encontrado en terreno.

Por ahora se hará una mirada menos descriptiva y un algo más crítica, en torno a ese primer inventario y enfocado solamente a la localidad Fontibón, con el fin de brindar algunos elementos de reflexión en torno al conflicto urbano concerniente al proyecto ALO. Tal y como se indicó, en Fontibón es visible la construcción de varios proyectos inmobiliarios (principalmente conjuntos de apartamentos), el funcionamiento (legal e ilegal) de varios parqueaderos dentro de la reserva vial de la ALO, la influencia de la dinámica de algunas vías secundarias, entre otros conflictos (ver mapa).

 

Mapa: Conflictos asociados al proyecto Av. ALO, localidad de Fontibón (Elaborado por Juan Carlos Pachón, bajo licencia Open Street Map). Descarga en otros tamaños

Pero sin duda, el impacto más evidente y fuerte que tendrá el proyecto ALO en la localidad, es sobre el Humedal de Capellanía el cual cuenta con 23,3 hectáreas. Según múltiples estudios hechos en la zona (principalmente los que sustentaron la formulación de su Plan de Manejo Ambiental-PMA en el año 2008), Capellanía es uno de los humedales más vulnerables en términos ecosistémicos del Distrito Capital ya que presenta una grave fragmentación debido a la influencia de la urbanización, lo que lo ha aislado de áreas que conforman la Estructura Ecológica de la ciudad como ríos, quebradas y otros humedales.

Debido a esta presión por el desarrollo urbanístico, se han reportado problemáticas como el déficit hídrico y consecuente desecamiento de áreas inundables del humedal (que incrementan la vulnerabilidad ante extremos climáticos), animales ferales y semi-ferales, la disposición indebida de residuos de construcción y demolición (como escombros), vertimientos industriales y domésticos a los cuerpos de agua, inseguridad humana, por solo nombrar varios (1). A pesar de esta situación, Capellanía aún cuenta con valores ecológicos importantes que se han venido potenciando con la recuperación de la configuración paisajística y mejoramiento de hábitats, como ya ha venido haciendo de correcta manera la actual Administración Distrital. El humedal también es uno de los pocos espacios de estas características que aún persiste en Fontibón y que poco a poco ha venido ganando reconocimiento y aprecio por parte de la comunidad local como espacio de encuentro, esparcimiento y reconocimiento de la biodiversidad, aunque la situación podría mejorar.

Como ya han planteado algunos especialistas, hoy en día no se trata de entender a la naturaleza en lo urbano, sino de entender más bien la urbanización de la naturaleza (Braun, 2005; Cronon, 1991). Teniendo en cuenta lo anterior, con más razón debemos considerar que el humedal de Capellanía es algo más que una naturaleza “relictual” o “amenazada” por la ciudad. Realmente el humedal es un producto socio-ecológico de esa misma historia del desarrollo urbanístico de la localidad, lo cual no demerita su existencia, pero sí permite entender el porqué ese paisaje existe y bajo qué condiciones se encuentra actualmente.

Acudamos un poco a la historia reciente sobre la urbanización de Fontibón. Las mayores fuerzas de transformación del paisaje fueron la anexión del antiguo municipio de Fontibón al Distrito en el año 1955 y la consecuente urbanización de suelo rural y áreas con características de humedal. Asimismo, la culminación del Aeropuerto y Avenida El Dorado jalonaron el crecimiento urbano y hacia las décadas de 1980 y 1990 se terminó de consolidar este fenómeno, en donde los usos del suelo residencial, industrial y de servicios se encuentran de forma simultánea en el área. Esta dinámica no solo da razón al estado del humedal, sino que muy seguramente afectará también el desarrollo del proyecto ALO si se lleva a cabo tal y como fue planteado en un principio.

Siguiendo con esta perspectiva de historia reciente, Capellanía, así como los otros humedales de la ciudad, contaba con cierto estatus de protección antes de que el primer Plan de Ordenamiento Territorial-POT- de la ciudad (Decreto 619 del año 2000) reconociera su categoría de “Parque Ecológico Distrital de Humedal”. Según el Acuerdo 06 de 1990 (el “pre-POT”) estos cuerpos de agua se encontraban en un “Primer nivel de zonificación”, lo que lo hacía compartir prelación con el “sistema orográfico” de la ciudad y sus bordes naturales (norte, oriente, occidente y sur). En el año 1994, mediante el Acuerdo 9 el humedal se declaró como “Reserva Ambiental Natural, de Interés Público y Patrimonio Ecológico” y a través de la Resolución 194 de 1995 se le acotaron sus zonas de ronda hidráulica y de manejo y preservación ambiental, a pesar de que en el mismo año el humedal fue dividido en dos por el desarrollo de la Avenida La Esperanza.

A finales de la década de 1990, se llevaron a cabo las actividades de amojonamiento del área del humedal y se detectaron conexiones erradas que hacían descarga de aguas negras al humedal, las cuales no todas fueron cerradas ya que algunas empresas e industrias localizadas en el sector, vertían sus residuos industriales al ecosistema. Al respecto y de manera anecdótica, es bien recordada la sanción impuesta (aunque tardía) por la Secretaría de Ambiente en el año 2008 a la Industria Nacional de Gaseosas (embotelladora de Coca-Cola) por su afectación al humedal.

Concretamente sobre el proyecto ALO, a inicios de la década del 2000 el Instituto de Desarrollo Urbano-IDU- adquirió predios adyacentes al humedal, como medida para compensar el área afectada del ecosistema. En su momento se estimó que las obras de adecuación paisajísticas se tenían que iniciar para el año 2002. Sin embargo, hoy día ya no existen esas zonas de compensación del trazado original, ni menos las obras se han llevado a cabo.

 

 

Fotografías de recorridos en campo hechos por la Fundación Humedales Bogotá, en área de influencia del proyecto Av. ALO en la localidad de Fontibón.

Toda esta historia de desarrollo urbanístico espontáneo y desorganizado, atiende claramente a un modelo de urbanización apalancado en la especulación del suelo para la renta y el libre mercado, más no para el disfrute y calidad de vida de las personas. Esto no solo ha tenido serias implicaciones ambientales, sino que en términos de acceso de espacio público y de movilidad y transporte local ha tenido efectos desafortunados. Existe una ausencia de espacio público efectivo y áreas verdes (2); hay una problemática situación de acceso y salidas viales (principales y secundarias) que segregan y aíslan a la población; esto sin contar la influencia de las operaciones del Aeropuerto El Dorado, reflejado entre otros, con el paso de un Jetducto muy cerca de la proyección de la ALO (ver mapa). Por último y no menos importante, es de considerar la presencia de asentamientos y barrios que se vieron afectados por el planteamiento de este tipo de proyectos, como lo es el caso de Puerta de Teja cuyos habitantes desde 1998 han estado llamando la atención sobre su situación (ver mapa y nota de prensa).

Nota de prensa sobre la Av. ALO y sus conflictos con la comunidad. Periódico local «Bio-Fontibón», 1999. (Fuente recuperada del Archivo Distrital de Bogotá).

Este panorama solo deja inquietudes, pero que vale la pena responder entre todos:

  • ¿Cómo se ha pensado afrontar y mitigar esta situación ante un eventual desarrollo del proceso sin que esto genere impactos sociales y ambientales adicionales?.
  • ¿Cómo se van a resolver los asuntos de las reservas viales que fueron proyectadas en un primer momento ya que algunas zonas de compensación del trazado original hoy ya no existen?.
  • ¿Por qué no se tomaron medidas en su momento por parte de diferentes administraciones distritales para asegurar no solo las zonas de reserva vial, sino de áreas protegidas como el humedal de Capellanía?.
  • ¿Y si se hace ALO como está proyectada, no se incurriría en detrimento del patrimonio público las inversiones que el Distrito ha hecho en dicho humedal?.

Algunas de estas inquietudes, al parecer no son consideradas por los actuales candidatos a la Alcaldía de Bogotá, a pesar de su insistente intención en desarrollar como sea esta obra de infraestructura, pero sin tener en cuenta algunas de las consideraciones expuestas en este texto, y que quizá se repliquen también en otras localidades afectadas por el proyecto ALO.

El desarrollo urbano de Fontibón y su relación con la ALO, es un perfecto caso de estudio sobre lo que NO debería hacerse en ordenamiento territorial urbano. Sin embargo, esta situación también genera una oportunidad para cambiar el camino y aprovechar los potenciales que aún tiene la zona, como lo representa el mismo Humedal de Capellanía. Este espacio requiere de atención y acciones que no solamente fortalezcan su apropiación y administración para su recuperación paisajística, ecológica e hidrogeomorfológica (como ya se ha venido haciendo), sino de espacio de inclusión y goce social para la localidad y la ciudad.

Y no es que “no haya con qué”. Esta localidad se ha caracterizado por tener varios colectivos sociales muy vitales; además, existen un par de propuestas (Universidad Nacional de Colombia y Universidad de los Andes) que articulan la ecología con el urbanismo, pero que seguramente no han tenido la suficiente oportunidad de darse a conocer en el territorio.

El bienestar humano en la ciudad es posible si tenemos en cuenta a espacios como el Humedal de Capellanía, ya que la naturaleza urbana también es parte de la historia de ciudad. En Fontibón el camino para propiciar espacios urbanos más justos en términos sociales y ecológicos, está planteado. No hay necesidad de pensar en un viaducto de gran magnitud que, por más que “se tomen todas las medidas” para reducir impactos, seguramente resolverá otro tipo de problemas, menos los que actualmente vive la gente en la localidad.

 

Referencias:

  • Braun, B. (2005). “Environmental issues: writing a more-than-human urban geography”. Progress in Human Geography 29.5: 635-650.
  • Cronon, W. (1991). Nature’s Metropolis: Chicago and the Great West. W.W. & Norton Company, Inc. NY.

(1) Según información descrita en el Decreto Distrital 101 de 2015: «Por el cual se declara el Estado de Prevención o Alerta Amarilla en los Parques Ecológicos Distritales de Humedal Jaboque, Juan Amarillo, Torca – Guaymaral, Capellanía y El Salitre, y se dictan otras disposiciones». En dicho decreto, se registra que esta decisión se basó en un informe técnico hecho por la Secretaría Distrital de Ambiente Subdirección de Ecosistemas y Ruralidad Informe Técnico 00082 del 21 de enero de 2015: “Fundamentación de la necesidad de implementar la declaratoria de estados de alertas ambientales en los Parques Ecológicos Distritales de Humedal Jaboque, Juan Amarillo, Torca – Guaymaral, Capellanía y El Salitre” por: ‘riesgo de déficit hídrico ante una probable ocurrencia del fenómeno de ‘El Niño’ ya las afectaciones que genera el entorno urbano sobre estas áreas protegidas’: Ver decreto en este enlace: http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=61075.

(2) Con base en datos oficiales del Distrito (Secretaría de Planeación y Departamento Administrativo de La Defensoría del Espacio Público – Dadep-) en la localidad se ha estimado que hay menos de 1,5 m2 de área verde por habitante. Cálculos hechos por el autor según las fuentes mencionadas.

 

Autor: 

Germán Andrés Quimbayo Ruiz (@gquimbayo). Ecólogo de la Pontificia Universidad Javeriana (sede Bogotá) y magíster en Geografía de la Universidad de los Andes, Colombia. Es investigador independiente. Ha trabajado con instituciones como la Secretaría Distrital de Ambiente de Bogotá y en el Instituto Alexander von Humboldt. Asimismo, ha sido colaborador de la Fundación Humedales Bogotá desde el año 2011. Le interesan los asuntos de ordenamiento territorial, participación social y comunitaria en temas ambientales, con especial énfasis en ecosistemas y paisajes urbanos.

Colaboraron con este post:

Cartografía: Juan Carlos Pachón (@arttesano).

Información adicional: Daniel Bernal (@danielbernalb) y Jorge Emmanuel Escobar (@gejor).

 

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