Por: Daniel Bernal.
Con la victoria de Enrique Peñalosa en las elecciones para la alcaldía de Bogotá 2016-2019, se nos presenta uno de los retos más grandes para los defensores y protectores de los humedales: ¿cómo armonizar la visión Peñalosista de construir obras civiles y «pavimentar» los humedales (demostrada en su pasada administración) con el real cuidado y preservación ecológica de estos ecosistemas?.
El movimiento ambiental bogotano de protección de los humedales, durante la primera administración de Peñalosa en el 98, se vio avocado a organizarse para formar la «Red de Humedales» en reacción a la política agresiva, que el entonces alcalde de la ciudad tuvo con los humedales. Testimonio de un líder que vivió esa época, nos lo da Mauricio Castaño de la Red de Humedales, quien nos comenta:
“Somos producto, de alguna manera, de los proyectos de Enrique Peñalosa de construir ciclorutas, tumbar árboles y no descontaminar el agua en el humedal de Córdoba a través de un proyecto urbanístico solo para urbanismo, con el titulo de Restauración Ecológica”.
Para los que se preguntan del por qué se habla de visión distanciada de Peñalosa con el cuidado y protección de los humedales, tomaremos varios ejemplos de sus obras en los humedales para que cada cual saque sus conclusiones.
El primer ejemplo es la intervención del Humedal Tibabuyes o Juan Amarillo en su tercio alto.
Dicha intervención es considerada, por muchos ambientalistas, como el ecocidio (atentado ambiental) más grande realizado por una administración distrital en contra de los humedales de nuestra ciudad.
Obras en el tercio alto del humedal Tibabuyes
Obras civiles.
Las obras fueron diseñadas en la administración de Enrique Peñalosa como parte del Plan Maestro Santafé I y ejecutadas entre los años 2002 y comienzos del 2003 en la alcaldía de Antanas Mockus, por contrato de obra con la firma INA-BROMCO Constructores, con el cual se desarrolló el proyecto de “Restauración ecológica de la cobertura vegetal en los bordes e islas del Laguna No1 del Humedal Tibabuyes o Juan Amarillo” en el Tercio Alto.
El tercio alto del humedal fue recuperado de varias invasiones de barrios vecinos (Luis Carlos Galán, El Japón) y se hicieron obras civiles para evitar la entrada de aguas negras, entre otros. La parte negativa fue haber convertido un humedal natural y con altísima biodiversidad, en una especie de piscina de cemento (así se le denomina popularmente a este sector) intentando ser una pista para la práctica de deportes náuticos (se construyó un puerto de salida para este tipo de embarcaciones). Además las obras para evitar la entrada de aguas negras han fracasado cuando en varias ocasiones el río Salitre se ha desbordado al humedal (su función natural).
Puerto de salida para embarcaciones
Mediante este proyecto se construyó una laguna de 1.400 m de longitud máxima y 400 m de ancho. Para ello fue necesario drenar las aguas del tercio alto (se secó todo el humedal), retirar 700mil toneladas de lodos y tierras (lodos de alto valor biológico), adecuación del terreno (se pavimento el suelo y las paredes del humedal), aislamiento hídrico con Geomembranas (aislarlo de las conecciónes naturales), construcción de jarillones con una altura considerable (bordes y paredes en cemento), aislamiento hídrico con el río (evitar entrada de aguas contaminadas) y los otros dos tercios del humedal (desconexión ecológica), sumado a una amplia alameda con ciclorutas, entre otras zonas de obras duras. Todo esto orquestado en el marco de una licencia ambiental endeble otorgada por la Corporación Autónoma Regional CAR, la cual para entonces no tiene jurisdicción sobre la zona intervenida y lo más grave sin un Plan de Manejo Ambiental de esta obra la cual sin más prejuicios es considerada uno de los mayores ecocidios en Bogotá de la última década. Por último esta laguna artificial la cual continuaron llamado Humedal fue llenada de agua potable y de un acuífero que perforaron sin licencia, años después el mismo fue clausurado por la autoridad ambiental. (1)
¿A alguien le queda alguna duda de los atropellos ambientales cometidos durante esta obra?.
En resumen: desecar un humedal, remover su flora y fauna, remover los suelos y bordes naturales para luego hacer una piscina en concreto que finalmente fue llenada con agua potable, la gran mayoría traída en carrotanques, ya que no fue permitido el llenado mediante la perforación ilegal de un acuífero.
Antes y después de las obras civiles.
Fotografías satelitales de mapas.bogota.gov.co, a la izquierda el año 1998 (sin intervención) y a la derecha el 2014 (intervenido).
Si acercamos la imagen nos daremos cuenta que en 1998 teníamos un humedal con alta diversidad de plantas acuáticas, musgos, suelos diversos, parecido a la actual chucua de los curies o a la chucua La Gaitana. En 2014 solo se observa un espejo de agua uniforme y artificial, como una piscina. En las fotos actuales de la «piscina» se aprecia una parte verde y otra gris, la parte verde es la gigantesca invasión de buchón (planta invasora) que ha ocurrido en esta piscina, al igual que ocurre en represas como el muña y en lagos artificiales con aguas contaminadas, que infortunadamente fue en lo que quedó convertido este sector (Más información en: “Limpiando la piscina” del Humedal Juan Amarillo o Tibabuyes) . También se aprecia la gestión de predios que invadían el humedal, la parte positiva del proceso, y la construcción de la Avenida Ciudad de Cali.
Para un mejor el contexto, se realiza la misma comparación en la Chucua de los Curies, la zona más biodiversa actualmente del humedal y que no fue intervenida por estas obras (osea todo sigue casi igual):
También se puede comparar el parecido de las texturas en las fotos comparativas de 1998, demostrando que antes de las obras de Peñalosa SÍ había un humedal biodiverso en el sector de la «piscina».
El resultado de las obras también se aprecia en la siguiente comparación:
Tercio alto (la piscina): Paredes en cemento, poca diversidad de fauna y flora, grandes alamedas adoquinadas y cicloruta. Cuerpo de agua totalmente transformado y convertido en una laguna artificial.
Tercio medio (la chucua de los curies): Alta diversidad de fauna y flora, algunos jarillones en tierra. Cuerpo de agua no intervenido.
La segunda fotografía es una aproximación de lo que pudo haber sido antes de la intervención la piscina del tercio alto.
Visión de la alcaldía respecto a las obras.
El Diario El Tiempo en el año 2004 (2 años después de terminadas las obras) nos muestra la respuesta de la directora del Instituto de Recreación y Deporte (IDRD), María Angélica Pumarejo de la época, sobre los escenarios deportivos de la capital (en el que se incluía el humedal):
«Sobre el escenario para las pruebas de canotaje, dijo que está pendiente de una autorización del Dama para que se puedan hacer en el humedal Juan Amarillo, donde hay una pista de 1.200 metros y no se atentaría contra el ambiente.» (2).
Así se veía esta parte del humedal durante esos años por parte de la administración Distrital: como una piscina o pista para deportes náuticos y esa fue la filosofía bajo la cual fue construida, como lo confirma en su cuenta de twitter @EnriquePenalosa en el año 2012:
«En Juan Amarillo hicimos laguna, donde solo habían potreros rellenados, como parte del parque lineal del Juan Amarillo».
«No tiene justificación que no se autorice el canotaje deportivo y recreativo en la laguna que hicimos en el Juan Amarillo».
Nada más alejado de la realidad lo comentado por Peñalosa, antes de la intervención de su alcaldía existía un humedal con espejos de agua y vegetación nativa, con problemas graves de invasiones ilegales en sus bordes y entrada de aguas contaminadas, pero seguía siendo un humedal natural y por conservar. Luego de su intervención quedó convertido en una piscina – pista para el canotaje deportivo y en la cual actualmente no se practica ningún deporte, solo la pesca y comercialización improvisada e ilegal por algunos vecinos, de las carpas que allí habitan, con los consecuentes problemas de salud causados por la calidad de las aguas en que viven estos peces.
Por esta y varias razones más, que pretendemos seguir contando mas adelante, es que planteamos que la Avenida ALO y otras obras que ya esta planteando el alcalde electo Peñalosa con apoyo del Gobierno Nacional sean evaluadas y acordadas con la comunidad bogotana, con los defensores de los humedales y con la academia, ya que tenemos varias reservas al respecto.
No se puede seguir pensando que los humedales son sitios más parecidos a los parques recreodeportivos que a las reservas naturales. No podemos permitir que se sigan pavimentando humedales en aras del «progreso».
Los invito a que sigamos conectados para enfrentar este reto y continuar en la defensa y protección de nuestros ecosistemas bogotanos. Agradezco cualquier comentario al respecto.
Autor: Daniel Bernal, daniel@humedalesbogota.com, twitter: @danielbernalb
Referencias y bibliografía:
(1) Trabajo Fin de Máster: «Evolución reciente de las Áreas de Humedales Bogotanos. El caso del Humedal Tibabuyes o Juan Amarillo». AXL RODRIGO CAICEDO, Universidad de Valencia – España.
(2) DEBATE A LOS JUEGOS NACIONALES
(3) PMA Humedal Juan Amarillo.
(4) Fotos tomadas del twitter de @EnriquePenalosa
Es un asesino de la naturaleza,
QUE EL DOCTOR PEÑALOSA . LEA , SE ENTERE Y APLIQUE LA RESOLUCIÓN DE LA ONU, SOBRE EL ACUERDO DE PARÍS FIRMADO EL 22 DE ABRIL DEL 2016; POR 195 PAÍSES DE LOS CUALES COLOMBIA ES UNO DE LOS FIRMANTES. NECESITAMOS LA RECUPERACIÓN DE LOS HUMEDALES, DE LOS CERROS; EL CONTROL DE GASES DE LOS VEHÍCULOS ESPECIALMENTE LOS DEL SERVICIO PUBLICO COMO TRASMILENIO,SITP Y UNA QUE OTRO VEJESTORIO DE BUSETA, QUE SON LOS QUE MAS LIBERAN CO2.
Creo que la posición de decir que Peñalosa es enemigo de los humedales es muy radical. Sin esas obras de infraestructura, muy seguramente ni espejo de agua existiría hoy. En lo que estoy de acuerdo es que se debe conciliar más el enfoque de dichas obras. La prioridad debe ser la conservación ambiental.