Por: Edwin Pérez
Desde hace muchos años, el humedal Córdoba y también denominado territorio Itzatá, en honor a la princesa del agua para los Muiscas, ha demostrado ser uno de los ecosistemas más biodiversos de la ciudad de Bogotá, a pesar de encontrarse rodeado por varias urbanizaciones y grandes avenidas, fragmentándolo en tres denominados sectores, cada uno de estos, con diferentes dinámicas, tanto sociales como ambientales. Sin embargo existe una maravillosa historia, que tiene como protagonista a un grupo de vecinos, de no ser por su voluntad, amor, conocimiento y trabajo articulado, hoy podríamos decir que el humedal de Córdoba, tendría plazoletas, ciclo rutas, iluminación y muchos practicarían recreación activa dentro del humedal, lo que aún algunos no conocen, es que existe un grupo de personas, querientes de dicho ecosistema y que por años, han defendido el humedal, con los suficientes argumentos, técnicos y científicos, para demostrar que prevalece la vida por encima del cemento.
Para lograr y hacer esto una realidad, ellos recorrieron el humedal, conociéndolo, escuchándolo y entendiendo las verdaderas necesidades del ecosistema, el cual ha necesitado siempre y como todos nuestros humedales capitalinos, la recuperación integral, mejorando su calidad de agua y conservando su bosque, en el que habitan, gran variedad de especies y que muchos consideramos, sorprendentes, increíbles y hasta mágicas.
A pesar que hoy en día en nuestra ciudad de Bogotá, hay varias personas que continúan pensando, que los humedales son inseguros y no cumplen ninguna función, yo les digo a todos ellos, que es importante conservar los bosques, porque cumplen varias funciones para nuestra calidad de vida, por esto vale la pena recorrerlos, conocerlos, admirarlos, valorarlos y porque no, amarlos también.
Bien dice una frase, que la persona que no conoce, no valora y tampoco ama, por eso para defender y así conservar los pocos humedales que nos quedan, hay que conocer estos maravillosos ecosistemas, valorándolos, amándolos y defendiéndolos.
Por más de diez años, he recorrido todo el humedal de Córdoba Itzatá, admirando su belleza, conociendo cada parte, contemplando sus paisajes y sorprendiéndome con la gran variedad de Biodiversidad. Por eso en mis recorridos siempre menciono la historia, en la que resalto y admiro, el trabajo del Comité Interdisciplinario de vecinos del humedal Córdoba, quienes han logrado hacer entender a muchos, que el humedal no necesita ciclo rutas, plazoletas y mucho menos iluminación, ya que dentro del escenario, existen muchos seres que dependen de las condiciones naturales del ecosistema, encontrando especies que tienen actividad diurna y otros nocturna. Por eso imaginémonos, que sería de especies como Búhos, Lechuzas, Murciélagos y todos en general, si le ponen iluminación en las noches. Ahora también pensemos, si sería bueno para especies como Curíes, Serpientes, Aves que anidan en los suelos, Zarigüeyas y Comadrejas, si les ponen cemento en sus suelos naturales, haciendo ciclo rutas o plazoletas dentro de los humedales, por esto hoy en día, muchos insistimos que eso no favorece a las especies propias de los humedales, generando que muchas de estas, disminuyan sus poblaciones y lleguen a desaparecer, razón por la cual, desafortunadamente algunas están en riesgo de extinción.
Una Comadreja en el humedal Córdoba – Itzatá
Así fue como el pasado jueves 13 de diciembre del presente año, recordé esto que anteriormente relaté, porque tuve un momento inolvidable en mis años de trabajo y de recorridos en el humedal de Córdoba Itzatá, ya que pude comprobar que algunos relatos de personas, que visitan y recorren el humedal, eran ciertos, sin embargo, no había una prueba contundente de la presencia de una especie, que según los datos del Plan del Manejo del Humedal Córdoba (2007), se encontraba registrada. Vale tener en cuenta que los monitoreos comunitarios son muy importantes, ya que día a día hay personas que recorremos los humedales y podemos llegar a observar o registrar nuevas especies para los ecosistemas, así fue como ese día, mi grupo de niños del Club Amigos del Humedal Córdoba y yo, fuimos privilegiados de encontrarnos en nuestro recorrido por el humedal, con la famosa Comadreja (Mustela Frenata).
Fue un momento increíble, de esos que nunca olvidaré en mi vida, porque al principio todos los niños decían, miren, miren, es una ardilla, cuando la observé a lo lejos, mas de 70 metros de distancia, se veía por la cola y su forma de moverse como una ardilla de cola roja, la cual también está registrada en el humedal Córdoba, sin embargo, nos dimos cuenta que ella quería cruzar por donde nosotros estábamos, pero como nos observó se devolvió un poco y en ese momento le dije a mi grupo de niños, que se quedaran quietos como los árboles e hicieran mucho silencio, así fue como me acerque, saque mi cámara, empecé a enfocar y le tomé varias fotos para comprobar si efectivamente era una ardilla.
El momento fue muy rápido, porque es un animalito bastante rápido, por eso trate de tomar varias, cuando quité la mirada de mi cámara, ya no estaba la supuesta ardilla, pero cuando empecé a mirar las fotos, lo primero que detallé fue el color blanco en su pecho, luego sus pequeñas orejas redondas, cuerpo alargado y con unas patas pequeñas pero de aspecto fuerte. Fue tanta la emoción que regresé con mi grupo de niños y les dije, hoy el humedal nos dio un hermoso regalo, pudimos ver a la maravillosa Comadreja (Mustela frenata).
Definitivamente para mí, los humedales nos enseñan a valorarlos, cuidarlos y amarlos, con momentos como los que he vivido al interior del que considero un santuario de vida. Sé que para muchos será sorprendente que esta especie aun sobreviva, cuando el humedal está rodeado de urbanizaciones y avenidas, pero en realidad lo que debe sorprender, es que esta, es otra prueba para mantener los humedales en su estado natural, haciendo obras para mejorar su calidad de agua, conservar su bosque y sobre todo, respetar el hábitat de estos maravillosos seres, protegiendo su vida, por encima de otros intereses, ya que ellos también merecen existir como nosotros.
De años atrás en nuestras historia, cuando muchos hablaban que las veían en grandes cantidades, desapareciendo por las acciones antrópicas, como la extinción de hectáreas de humedales, la caza ilegal y la tenencia irresponsable de mascotas, hoy solo podemos disfrutar de únicos y escasos avistamientos, que se convierten en momentos únicos que jamás olvidaremos, motivándonos a conocer, valorar y defender estos preciados tesoros que existen en nuestros humedales de Bogotá.
Para descubrir cada una de las maravillas que se encuentran en nuestros humedales, vale la pena recorrerlos, admirarlos y a su vez conectarse con el espacio que visitamos, solo así se descubre esa magia, se contemplan y se admiran las especies increíbles y hermosas, que aun existen en estos magníficos ecosistemas, es lo que yo hago cada vez que visito un humedal en Bogotá.
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Acabo de ver una comadreja en el canal Brazo Salitre. Pensé que era un gato pero cuando me acerqué corrió, cruzó el canal y se metió al monte. Saltaba mucho entre el pasto y la maleza