Prestar el servicio social ambiental, una experiencia mágica

Prestar el servicio social ambiental, una experiencia mágica

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Por Olga Patricia González [1]

Una bonita experiencia del programa de servicio social estudiantil ambiental con la Fundación Humedales Bogotá.

Humedal El Salitre, Foto: Olga Patricia González

Aceptar retos que te lleven a diferentes caminos, es algo que solo lo experimentas cuando cierras ciclos, y esto me paso este año cuando decidí aceptar trabajar con jóvenes que están saliendo de los colegios, y deben cumplir un requisito de servicio social estudiantil. Afortunadamente, varios colegios abren la posibilidad para prestarlo en actividades ambientales, y fueron 25 chicos de mi grupo, 50 en total para la cuarta face del año 2023 que aceptaron esta opción con la Fundación Humedales Bogotá.

Empezando, siempre hay timidez y confusión, porque tienen otras expectativas o porque no tenían otra alternativa. Además, llegar a un humedal, es algo nuevo para ellos y puede llegar a ser aburrido si no se les ha infundido desde pequeños la importancia de estos ecosistemas. El desafío es, hacerlos inmersos en este proceso, para que sean ellos los que luego busquen participar en otros espacios que permitan conocer un poco más este entorno natural.

Estudiantes de servicio social en los humedales de Bogotá

Pero antes de ayudar a un ecosistema, primero debemos conocerlo, por eso, es que recorrimos dos reservas distritales de humedales en Bogotá, la RDH Capellanía (Fontibón), la RDH El Salitre (Barrios Unidos) y la RDH El Burro (Kennedy). Estos espacios naturales son muy diferentes en cuanto a tamaño, ubicación y características internas.

Servicio social en el Humedal El Salitre

Luego, se vino un trabajo de reconocimiento, en aves y plantas, que estaba en cada ecosistema, haciendo que aprendieran a identificar, a conocer su territorio y salir de la rutina de un sábado en la casa sin poder explorar todos estos mundos posibles que hay en la capital colombiana. Y a medida que iban explorando, iban trabajando en su proyecto final de presentar una planta de un ecosistema para poderles luego hacer la identificación necesaria. Lo más común es que las personas sepan de aves, y sería bueno, empezar a mostrar un poco más las especies vegetativas que encontramos en estos ecosistemas.

Tambien fuimos al Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis (en la capital colombiana) y conocimos como avistar aves, ayudándonos con los binoculares, y por último conocimos el Tropicario. Actividades que hicieron de los(as) estudiantes un poco más curiosos y prestos a interactuar en la comunidad donde viven. Se recogieron experiencias, se contaron momentos y se escucharon diferentes poemas y “tareas” que hacían para acercarse con el territorio.

Entre 8 a 10 sábados que fueron muy interesantes, muy llenos de vida, porque a medida que avanzaba, nos íbamos conociendo y el grupo se iba volviendo más unido. Cada uno tenía una personalidad diferente, pero no fue impedimento para que se conociesen y se hicieran en ciertos grupos que fueran más unidos, para que ese día de trabajo fuera más armonioso y entretenido.

Cuando presentamos finalmente el trabajo de cada grupo, se vio la fortaleza de cada uno, y exploramos otras habilidades para potenciarlas, por lo que considero, permitió a estos jóvenes, permitirse un espacio de trabajo, recocha y aprendizaje. No todo debe ser cuadrado, existen muchas formas para aprender. Ellos mismos también evaluaron el trabajo de sus compañeros y solo hubo un ganador al final, porque los enseña a hacer más autocríticos y aprender que la vida no siempre va a ser perfecta. Las plantas que se “visitaron” y se conoció desde su experiencia fueron:

  • Calabaza (Curubita pepo)
  • Guayacán de Manizales (Lafoensia acuminata)
  • Cardo mariano (Silybum marianum)
  • Uchuva (Physalis peruviana)
  • Platanillos (Fucsia boliviana)
  • China gigante (Impatiens sodenii)
  • Sauce llorón (Salix humboldtiana)
  • Papiro (Cyperus papyrus)

Y para agradecer a los ecosistemas, se finalizo con dos días de embellecimiento en la RDH El Salitre, en donde salieron los dotes de artistas y cuidadores. Claro, se dio un espacio de alegría porque vieron la oportunidad de hacerse bromas, con respeto, y se permitió afianzar algunas amistades que empezaron en el proceso. Las siguientes fotos, poemas, escritos y pinturas son reflejo del trabajo que ellos realizaron, de las actividades que se llevaron a cabo y de lo que queda en aprendizaje en el tiempo. Tambien hubo un día donde sembraron una planta, para agradecer al ecosistema todo lo que habían vivido. Definitivamente, diferentes actividades que permitieron que se conocieran y potencializaron su ser.

Agradezco a cada uno de ellos, por que me permitieron conocerlos, enseñarles un poco del ecosistema y cambiar su realidad para que cuiden estos espacios, gracias a Juan Camilo, Juan Diego, Luna, Melany, Tomas, Manuel L y Manuel P, a Cristopher, Cristian, Mariana C y Mariana, a Miguel, Julián B y Julián A, a Antonella, María, Valentina B y Valentina S, a Danna, Sharik, Taliana, Camila, Sofía, Juan David y Simón.

Gracias también a los padres y madres que permitieron que sus hijos (as) vivieran estos momentos, y a los respectivos colegios por entender que estos espacios son muy importantes para el desarrollo de la persona. Gracias, porque, me han demostrado que vale la pena trasnocharse para que cada día seamos más bogotanos que amamos y defendemos esta ciudad.

Finalmente, gracias a la Fundación Humedales Bogotá por darme esta oportunidad y espero seguir aportando con mi mínimo conocimiento y aprehendiendo con ellos. Estos momentos son los que atesoro porque me permiten transformar realidades de personas muy capaces de generar el cambio y ser parte de un mejor mundo.


[1] Administradora Ambiental, Guía Profesional de Turismo, Máster en Desarrollo Sostenible: Agenda 2030 y estudiante de Maestria en Gerencia Ambiental.

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