Por: Oswaldo Cortes.
En un extenso terreno ubicado, entre los sectores de Arborizadora Alta y Quiba en la localidad de Ciudad Bolívar, que muchos llaman sin más “potrero”, habita y anida desde hace mucho tiempo una gran población (cerca de 10 parejas) de la rara y hoy por hoy escasa ALONDRA CORNUDA (Eremophila alpestris). Esta especie se encuentra en abundancia en gran parte de Norteamérica y de Euroasia pero la población de Colombia corresponde a la subespecie endémica (raza geográfica) y amenazada de las zonas secas del Altiplano Cundiboyacense. La Eremophila alpestris peregrina (subespecie) sólo habita en pequeñas áreas de la sabana de Bogotá … mejor dicho: ¡HABITABA!. Encontrar un individuo de esta alondra es como ganarse una lotería: así de azaroso es su hallazgo.
Esta pequeña ave, adornada con unas “cachos negros” (por los cuales parece un pequeño toro), se halla actualmente catalogada EN PELIGRO DE EXTINCIÓN por el recientemente publicado segundo volumen del Libro rojo de aves de Colombia (2017), categoría alarmante para una especie. El número de alondras ha disminuido fuertemente en los últimos 45 años, posiblemente debido a la expansión del pasto kikuyo (Pennisetum clandestinum), hierba natural de Kenya que forma alfombras continuas de pasto sin los espacios abiertos entre macollas que la especie parece requerir para alimentarse (1) y la acelerada urbanización de la sabana de Bogotá.
Teniendo en cuenta lo anterior, y conociendo la alarmante situación de la Alondra, resulta alentador el hallazgo de una población “grande” en el CERRO SECO con un área de 148,5 hectáreas, situada en los altos de Ciudad Bolívar, decorado con La laguna encantada y que actualmente abarca el Parque Metropolitano Arborizadora Alta. Un lugar que puede parecer un potrero al ojo común pero que corresponde a parte de la última zona del altiplano cundiboyacense con enclave seco y con elementos endémicos de flora colombiana como las hierbas Bidens triplinervia y Margyricarpus pinnatus (con hojas puntiagudas), ambas nativas y propias de praderas pobres y secas.
No son las únicas especies vegetales en la zona: también hay Hypochaeris radicata, Anthoxanthum odoratum, Oxalis sp. y Eragrostis sp., entre otras. Al parecer es esta vegetación, y la presencia de suelo desnudo y necromasa, la variable ecológica que permite a esta especie anidar y alimentarse en la Sabana de Bogotá.
Lastimosamente el sector CERRO SECO ARBORIZADORA ALTA, anteriormente protegido con Principio de precaución y medidas de protección ambiental mediante la Resolución 01197 de 2013, quedó desprotegido y a la merced de los planes urbanísticos que existen en la zona mediante la Resolución 00520 de 2017 que deroga esas medidas de protección. Esto implica, por supuesto, ¡la destrucción del hábitat de nuestra Alondra!.
Nuestra Alondra, al parecer, seguirá al Zambullidor andino en su último camino: LA EXTINCIÓN. Tal vez sea inevitable, pero la toma de conciencia de su presencia, la valoración del cerro como hábitat de una criatura “especial” y el trabajo que en ese sentido se haga en la comunidad local y el gobierno distrital, puede suponer salvar la alondra y todos esos bienes que de seguro produce a su vez en su entorno propio.
Nota: En la zona también habita otra especie casi amenazada de Colombia: la Bisbita (Muscisaxicola maculirostris niceforoi), y el endémico chamicero cundiboyacense (Synallaxis subpudica). Además, el sitio es usado por las aves migratorias como zona de paso. Un potrero no tiene esta biodiversidad.
Referencias:
- Libro: Aves de la Sabana de Bogotá, guía de campo. Asociación Bogotana de Ornitología. 2000. Bogotá, Colombia.
Autor: Oswaldo Cortes, oswaldo.aves@gmail.com, twitter: @oswaldoaves, facebook.
Hola por años he visto una pareja, no se si sean de esa especie o de otra, pero es la unica en mi vida que he visto es aqui en bosa