Por: @SubaNativa
En la ruralidad de Suba, en una esquina de la Vereda Chorrillos, yace un ecosistema que no se resigna a morir bajo los intereses privados de constructores, floricultores y grandes propietarios de tierra, interesados en que esta zona se convierta en un nuevo negocio, donde se quiere que el valor de la tierra aumente de manera acelerada, para la construcción de casas quintas, clubes y demás equipamientos que permitan traer el “desarrollo” de concreto a esta apetecida zona de Bogotá, sin importar poner en riesgo la sustentabilidad ambiental de toda la ciudad.
El Humedal Chorrillos, es un ecosistema que todavía no está declarado como área protegida dentro del Plan de Ordenamiento Territorial – POT, documento donde se reglamentan los usos del suelo en la ciudad, por lo que las autoridades ambientales encargadas de proteger este ecosistema, en este caso la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca – CAR, no cuenta con un soporte jurídico que permita restaurarlo ni protegerlo. Situación contradictoria con la realidad cotidiana de este espacio, ya que las personas que lo visitan, pueden contemplar uno de los más bellos cuadros que aún se encuentran en la ciudad, donde especies de aves endémicas y migratorias como: Tinguas, Monjitas, Gavilán Espíritu Santo, Garzas, Gorriones y Patos Canadienses, acuden a construir una sinfonía de vida, en el pequeño espejo de agua que tiene el humedal, resguardado por Juncos que se mantienen vivos en medio de montones de escombros, como muestra del impacto que causa la mayor creación del ser humano en el siglo del consumo…la basura.
El problema de la inadecuada disposición de escombros en este ecosistema, hace parte de un sistema de intereses que gira en torno a esta zona: genera un rentable negocio, ya que el dueño de la hacienda cobra por volqueta que llega entre $20.000 a $30.000; mientras se dañan los valores ambientales que pueden obstaculizar un proceso de expansión urbana en esta zona; nivela el suelo y lo rellena para que aguante futuras construcciones; expande el terreno quitándole espacio a cuerpos de agua y fragmenta el humedal, impidiendo su conectividad ecológica con el Río Bogotá, fenómeno que reduce su biodiversidad e impide el flujo libre de agua para su restauración natural.
Además de esta problemática, el humedal tiene que enfrentar actualmente: contaminación de ruido y aire por el tráfico vehicular; disposición inadecuada de basuras; ganadería en pequeña escala; vertimientos de agroquímicos por las empresas de flores que se sitúan cerca de su ronda y la expansión de especies exóticas (retamo espinoso, pasto kikuyo y eucaliptos) que transforman las condiciones del ecosistema, desplazando especies nativas y absorbiendo grandes cantidades de agua.
Pero la naturaleza es terca y llama sus guardianes, aún después de que por más de 15 años se riegan toneladas y toneladas de escombros para desaparecer el ecosistema, este conserva características propias de humedal; así se halla construido un jarillón de 2 metros no se ha dejado desconectar del Río Bogotá, en época de lluvias el río acude a su zona de inundación para bañar el espejo de agua del humedal, mostrando como las áreas naturales vuelven a recuperar su espacio y lo más maravilloso, de manera silenciosa y discreta el humedal sigue funcionando, filtrando grandes cantidades de agua subterránea que vienen desde los cerros orientales a descargarse en acuíferos y el río. Además valientes campesinos de la vereda Chorrillos, que desean conservar la ruralidad y sus valores ambientales, han optado con sus hijos a realizar diversas acciones por detener las volquetas que de manera ilegal hoy en día todavía pretenden sepultar el humedal.
No hay que confiarnos, todavía hay riesgo de que el humedal desaparezca, se encuentra en un alto nivel de fragilidad, por eso es importante una gran movilización ciudadana que exija a las instituciones que este ecosistema sea reconocido como área protegida, para que se realice un proyecto de restauración ecológica que permita devolver sus valores ambientales, garantizando su protección y lo más importante, es necesario que la ciudadanía organizada se apropie de este ecosistema, reconociéndolo y ayudando a ejercer procesos de veeduría y control sobre los usos del suelo y sensibilizando a más personas para que ejerzan su derecho al territorio.
Cordial saludo me podrían solicitar la dirección exacta del humedal el Chorrillo ya que quiero ir a mirar ese humedal gracias