Por: Daniel Bernal
Hace unos meses en un parque Bogotano del sector de Ciudad montes en el sur de Bogotá, nos llevamos una sorpresa cuando tratamos de identificar un ave de colores blancos que se encontraba sobre el pavimento, procuré identificarla pero se me dificultó mucho pues era extraño que se encontrará siguiendo a un copetón.
Al fotografiar el ejemplar pude comprobar que era un copetón (Zonotrichia capensis) pero su coloración tan particular me indicó que sufría albinismo, luego al investigar más a fondo el tema encontré que este caso corresponde a leucismo.
El leucismo (del griego λευκοσ, leucos, blanco) es una particularidad genética debida a un gen recesivo, que da un color blanco al pelaje o plumaje de las aves (los ojos mantienen su color normal, a diferencia de los albinos). (1)
Si nos fijamos este copetón sufre de leucismo y no albisnismo debido a que sus ojos mantienen el color normal café y no blanco.
Las aves que presentan esta aberración producen melanina de manera normal, pero el pigmento no se deposita en las células de las plumas, que debido a ello quedan blancas. El grado de leucismo varía mucho, desde aves que tienen solamente alguna pluma blanca hasta aves con todo el plumaje blanco (igual que en los albinos, las plumas con colores rojos y amarillos, producidos por carotenoides, pueden estar intactas) pero los ojos siempre tienen coloración normal. El pico y las patas, en cambio, pueden estar normalmente coloreados o carecer por completo de color.
El leucismo (indicado frecuentemente por error como «albinismo» o «albinismo parcial») parece ser la aberración de color genéticamente determinada más común en las aves. (1)
Existe un caso muy popular dentro de la comunidad ornitológica Bogotana en el Jardín Botánico, en el que se han visto y fotografiado mirlas (Turdus fuscater) leucíticas que ya han dado crías, un caso interesante pues parece que parte de estas crías también son leucíticas.
Las aves nos sorprenden cada día con sus particularidades y nos invitan a estar pendientes de ellas, a veces nos es tan común ver un copetón en la calle que lo pasamos por desapercibido y nos nos fijamos en su belleza, su hermoso canto y sus colores.
Referencias:
Autor: Daniel Bernal, daniel@humedalesbogota.com, twitter: @danielbernalb
que pajarraco más lindo… es tanto el aprecio que tienes por las aves,.. que estoy por pensar que te buscan pa´la foto ejeje.. está fantástico.. ni si quiera sabía que existían 😛 ..
Si Jasbleady, lo que pasa es que por mi interés en las aves estoy muy pendiente de ellas y por eso detecto cosas que a veces se nos pasan por desapercibidas.
Interesante artículo y bien documentado. Realmente desconocia el término asignado a esa particularidad de color.
Gracias! Por compartir la información y bella fotografía, Gracias Dani!!
Daniel,estupendo artículo,me alegra ver tu progreso en este campo, todo pinta a la formación de un taller propio de HUMEDALES BOGOTA para contribuir en la solución de la problemática entre aves, humedales, cerros y endogamia de las aves de los cerros… la propuesta del llamado corredor verde, a la que nos podriamos vincular con la siembra de árboles frutales nativos,,,no se que te parezca, son ideas;de todas formas es un muy buen comienzo,felicitaciones.hasta el domingo, chao pelao.
Gracias Jairo Alfonso, hoy fue un día de muy buenas noticias y una muy importante para todos y sobre todo para vos: El reconocimiento del humedal «El Burrito» como lo llamaste jejeje. Un abrazo amigo ambiental.
Daniel he visto dos artículos tuyos muy interesantes sobre las aves que habitan nuestra sabana de Bogotá y me parece urgente que se inicien campañas para controlar la población de Mirlas ya que en poco tiempo no veremos mas copetones en nuestras zonas verdes, parques etc, los cuales considero son el ave insignia de nuestra ciudad y de toda la sabana de Bogotá, toda vez que estas (MIRLAS) los están extinguiendo, para nada es un secreto y una realidad que la población de copetones y otras especies ha disminuido notable y monstruosamente. Hay que hacer algo.