La gran Minga Bacatá
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Por: León desde el Pantano La Libélula

Llegar al espacio, frío y sin gente del Centro Experimental, abrir las puertas, quitar los candados y ya se encontraba gente esperando para entrar al lugar. El ambiente cambia cuando al edificio entran las personas, cambian los tonos sepia, por colores brillantes, por dispuestas formas humanas. El sonido de las voces diversas, de las preguntas expectantes por el trabajo, el radio sintonizado en salsa y el afán del primer tinto del día.

Poco a poco se suman los Mingueros y Mingueras, en las primeras labores está armar el horno de aserrín, encabar y afilar la herramienta, compartir la leche de soya, colocar los avisos y las pinturas hermosas de mi artista amada.

Los saludos son fraternales, entre crujientes y delicados, poco a poco y al ver los overoles negros y grises moverse por todo lado, la gente va dejando sus gafas, sus abrigos y bufandas para sumarse al trabajo, y entre timidez y afán se preguntan ¿Qué hay que hacer? -Hay que sembrarnos, al sembrar comida para la mamita tierra, -hay que dignificarnos al transformar la materia –hay que…Hay muchas cosas por hacer.

Pero en la Ciudad Agua, carecemos de acueducto, perdón, no carecemos, disfrutamos de no tener acueducto, aunque a mucha gente se le olvide la módica suma de la botellita de Agua, no impide montarnos en nuestro triciclo pinchado, (en el cual casi me estrello en plena internacional Av. Boyacá), para traer Agua de los locales de vecinos amigos, con los que compartimos amables charlas mientras se llena el túmbilo.

Ya en las fronteras de la inhumanidad del redentor realizamos una travesía junto a otros dos Muiscas de Gobierno, hijos del Hayuelo, por recuperar cuatro semillas del abuelo Tijiki, las cuales al volver triunfantes de los límites del panóptico, fueron sembradas cerca a cada una de las huertas.

Gente en Minga, gente en ritual, gente en festejo y en pensamiento, muchísimas trabajaban como bailando, aprendiendo como jugando, compartiendo y coqueteando con los árboles y las semillas. Mientras tanto la cocina se movía, como a contrarreloj, se minguiaba con el cuchillo, la cuchara, las verduras y el Agua, como ofrendando en una olla al poder de la energía calórica del poderoso Fogón de Aserrín.

 

Pero todo no fue alegría, también hubo preocupación, pues la ganadería y como huella de 500 años de colonización, se presentaba sobre el sendero del Pantano, un vaquero muy sin vergüenza solo miraba mientras trabajábamos, decidimos entonces construir una gigante cerca, con higuerilla podada, para que las vacas no entren al lugar donde sembramos, pues ¿qué más podemos pelear con un vaquero que se aprovecha de la ignorancia e ineficiencia del Estado para controlarlo?

Después de la construcción de la casi impenetrable cerca, nos fuimos a comer, los cocineros y cocineras se turnaban para servir pues ya se les cansaba el brazo de tanta gente, una sopa bien caliente con harta sustancia y con diversos ingredientes, constituía nuestra alimentación después de la larga jornada. En la Libélula lavamos la losa con aserrín y si al caso con un poco de Agua.

La gente se iba sentando, para hablar de la jornada en circulo de palabra contábamos con Gente guardianes de sus territorios, desde la Conejera presentes con semillas símbolo de su proceso, desde Techotiva el burro y la vaca, desde Canto Al Agua, desde el Centro con su sabio Medico, desde el Amazonas con el sabedor Huitoto, desde el Sumapaz con el sabio verriondo, desde Raquira la gente de la olla y el Maíz hermanos nuestros con los que colibriamos, gente del Tunjuelo y la Libélula y mucha gente que ya no resisten que ahora re-existen.

Se generó entonces un movimiento de re-existencia con propuesta de vida para la ciudad, sin estatutos, horarios, líderes o rangos, es decir un proceso que va más allá del tiempo y del espacio. Un proceso con la intención de buscar el resurgimiento de Bacatá, de levantar entre las placas de cemento la semilla originaria de este territorio.

Un proceso que quiere ser sabio y camina explorando y conociendo la ley de origen, la ordenanza del territorio Muisca y la enseñanza de los múltiples pueblos Indígenas ancestros en el País y el Continente.

 

Un proceso que desde el hacer, y el ejemplo que a la vez es pedagogía, desde las plantas y objetos con espíritu realiza una propuesta de vida para el País, entendiendo que no queremos el progreso como el poder lo quiere, que no queremos los derechos a medias, los queremos toditos y bien hechos, que no queremos un diálogo entre dos aparentemente antagónicos, queremos un diálogo de todos todos, desde muchas lenguas y desde muchas culturas.

Es un sentimiento que camina, que usa ropa de trabajo, que usa Bordón, Hoja de coca y ambil, que poporea, que resalta en los buses, en las calles y en la ciudad por sus extrañas vestimentas, que maneja la herramienta y siembra medicina para el planeta en una rivera, en un pantano, en un separador que siembra para alimentar la tierra.

Un movimiento en doble espiral que camina para afuera y para adentro, para adentro y para afuera, gente de política, gente de coherencia, gente de acciones pequeñas, gente de transformaciones profundas, gente con discurso, gente con silencio, gente que anochece, gente que amanece, gente que cuida la semilla como la Libélula, gente que la distribuye y la siembra como el Colibrí. Próxima parada Tibanica.

León.

Pantano la Libélula.

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