Por: Jasbleady Castañeda.
Tras la realización del artículo “Liberamos una tingua azul” que fue realizado en el 2012, he recibido con cierta frecuencia el llamado de personas que han encontrado tinguas azules en diversos lugares de Bogotá y Cundinamarca. Las tinguas desubicadas, heridas o pérdidas se han convertido en una problemática compleja, de difícil manejo, y que requiere mucha dedicación y voluntad.
Las tinguas azules por las épocas entre octubre y marzo llegan a Bogotá buscando lugares cálidos y cuerpos de agua como refugio, cansadas de sus largos viajes migratorios, confundidas por las luces de la ciudad, y el reflejo de los tejados, caen en lugares inapropiados, buscando cuerpos de agua que en ocasiones ya se encuentran secos, modificados, o lugares que por la época decembrina se encuentran tan llenos de personas que las tinguas no tienen más remedio que caer en un lugar cualquiera, exponiéndose a ser atadas, atropelladas o atrapadas por las algunas personas que no son conscientes de su importancia para nuestra biodiversidad y les cortan las alas, o las mantienen en casa, donde al poco tiempo mueren.
Es apenas obvio que en las grandes migraciones muchos de los individuos perecen en el recorrido, hace parte de la dinámica de las poblaciones y los ecosistemas por regularse, pero cabe resaltar, que hemos sido nosotros los seres humanos los que hemos modificado de tal manera sus hábitat que lo mínimo que podemos hacer es minimizar su pérdida por causas netamente humanas.
Hace unos cuantos años, muchos no teníamos idea, tan siquiera del nombre de estas aves, y mucho menos de lo que significaban los humedales de la ciudad, lugares a los que llegan con frecuencia. Por casualidad algunos habíamos tenido la oportunidad de verlas, sin saber de dónde venían, ni cuál era su lugar adecuado.
Mirando el pasado, por supuesto que ya sabemos que es una tingua, un humedal, palabras que ya casi hacen parte del vocabulario que los Bogotanos hemos ido aprendiendo. Cada vez más personas los conocen, los recorren, los quieren proteger.
Pero con relación a las tinguas, siguen siendo constantes las quejas de las personas ante la poca efectividad de las instituciones encargadas para hacer frente al problema de su rescate y rehabilitación, entiendo que son demasiadas, que cada día caen más, en lugares distintos, lejanos uno del otro. Conocemos las campañas, hemos visto afiches, postales, artículos, que por supuesto nos han servido para saber de la existencia de estas aves, por lo menos en la memoria de muchos quedan grabados sus colores, su forma y el saber que son migratorias. pero la comunicación con los números telefónicos dispuestos para ello generalmente es infructuosa.
Los ciudadanos protegemos la biodiversidad.
Entonces, muchos y muchas tomamos la iniciativa de aportar en el proceso de rescate y liberación, pues no tenemos, o por lo menos yo, la formación necesaria, ni el lugar adecuado para su rehabilitación.
No podía ser de otro modo, sino tomando responsabilidad ciudadana en este asunto, porque a todos nos compete la protección de la biodiversidad. Esto ha resultado una tarea ardua, responder correos, llamadas telefónicas a quienes tienen tinguas en casa, rescatarlas cuando es inminentemente necesario y por supuesto las liberaciones, requiere tiempo, esfuerzo, dedicación y dinero.
A través de este escrito he querido exaltar dos cosas importantes, primero el cambio cultural por el que estamos pasando con relación a la flora y la fauna, por lo menos hablo en nombre de los Bogotanos y Bogotanas que prefieren gastar $500 en una llamada para decir “tengo una tingua, ¿qué debo hacer?. Que gastarlos tal vez en 2 cigarrillos. Vamos por buen camino y eso me alegra infinitamente. Por eso agradezco a las personas que han tomado la decisión de hacerlo, y de “migrar” como las tinguas, por diferentes lugares del país, con este mensaje y con lo que ya saben acerca de ellas.
Y segundo, mostrar algunos de los resultados obtenidos durante el 2013 y el mes de enero de 2014, que aunque los datos corresponden a dos épocas migratorias distintas, lo importante aquí es reconocer la labor de la ciudadanía y conocer los datos de tinguas que han caído en lugares diferentes a los cuerpos de agua. Es necesario que las personas conozcan lo realizado, y comprendan que su trabajo ha surtido efecto, que es importante, y que muchos lo valoramos.
Tinguas azules reportadas en 2013 y enero de 2014.
Se han reportado hasta el momento 39 tinguas azules que han caído en diversos lugares entre Bogotá y Cundinamarca (La Vega, Cáqueza y Madrid) de estas, 3 han sido halladas muertas, aun así las personas han llamado para hacer el reporte. Las personas que reportaron las 36 tinguas restantes han sido asesoradas en los lugares adecuados para la liberación, en el tratamiento que deben darle mientras se da la liberación.
Como se presenta en el gráfico, Las localidades en las cuales han reportado la mayor cantidad de tinguas, son Ciudad Bolívar, Kennedy y Teusaquillo. Teniendo en cuenta que algunas de ellas llegan de los Llanos orientales, y que Ciudad Bolívar hace parte del corredor directo hacia los Llanos, es normal encontrar tinguas en esta localidad. Sin embargo, requieren de un lugar en el cual puedan llegar a descansar mientras continúan su recorrido o en el cual pasen su temporada. Una posibilidad por la cual tantas tinguas han caído en lugares inadecuados de Ciudad Bolívar, podría ser la grave sequía que ha presentado el Pantano Humedal la Libélula, lugar donde en años anteriores habían llegado varias tinguas a pasar una temporada, ya no encontraron este lugar en el camino, por lo que el trayecto hasta otro humedal se hace más lejano y muchas caen exhaustas del largo viaje.
Kennedy posee los humedales Burro y Burrito, Techo y la vaca, así que las tinguas azules que caen en las zonas residenciales de esta localidad, se encuentran tal vez buscando dichos cuerpos de agua. Teusaquillo cuenta con la cercanía al Humedal salitre, Mama Dominga (Universidad Nacional) y el Parque Metropolitano Simón Bolívar, muchas de ellas van en búsqueda de estos lugares, algunas se desubican por causas diversas, sobre todo por las luces de la ciudad y en época decembrina, muchas caen confundidas por la cantidad de luces decorativas que hay por el sector, o asustadas por la cantidad de gente que suele presenciar espectáculos en cercanías a los lugares donde generalmente llegan estas aves. Por lo demás, su desubicación está relacionada, como en varias ocasiones se ha indicado, por el brillo de tejados, luces de casas y vehículos, entre otros.
En el anterior gráfico se presentaron los datos de las tinguas azules que han sido reportadas en cada uno de los meses del año 2013 y enero de 2014, para lo cual es importante anotar que los datos corresponden a la finalización de la época migratoria 2012-2013 y muestran parte de la época migratoria 2013-2014 que finalizará hacia el mes de marzo.
De acuerdo con el gráfico, diciembre es el mes en el cual más tinguas han sido reportadas, por lo que anteriormente me atreví a nombrar la gran cantidad de luces navideñas como una de las causas de su desorientación.
No obstante, las personas han sido quienes de manera constante colaboran en la mitigación de los riesgos que puedan tener estas aves cuando caen en lugares inapropiados y aunque las consecuencias de sus caídas van desde el simple golpe hasta fracturas de patas y alas, la mayoría de ellas han logrado recuperarse y llegar a lugares adecuados.
Estos datos corresponden únicamente al inicio de un arduo trabajo que con el tiempo iremos ampliando y al que sumaremos esfuerzos de más personas. Sin embargo cabe resaltar que de manera simultánea la SDA Secretaría Distrital de Ambiente realiza este proceso y de la misma manera lo hace la Unidad de Rescate y Rehabilitación de Animales Silvestres de la Universidad Nacional de Colombia URRAS, donde en el 2013 se recibieron 49 tinguas que fueron entregadas de manera voluntaria por personas que las encontraron en diversos lugares, 5 de ellas halladas dentro del campus universitario y de las 49, 8 murieron durante el proceso de rehabilitación.
La labor institucional es importante, pero sobre todo la labor ciudadana es la que permite recoger frutos a diario, pues aún sin los recursos necesarios para hacerlo, las personas del común han decidido aportar de muy buena manera por lograr un ambiente sano, fauna protegida y cuerpos de agua preservados. Cada vez seremos más.
Bibliografía:
- Ortíz López María, Resultado Final de la Campaña de Recuperación y Liberación de Tinguas Azules en Bogotá 2003-2004. Departamento Técnico Administrativo DAMA, Bogotá, 2004
- www.humedalesbogota.com
- Datos URRAS, aportados por Sebastián Rincón Maldonado, estudiante veterinaria – Coordinador URRAS.
Jasbleady Castañeda Solano
Lic. Biología Universidad Pedagógica Nacional