Por: Lorena Téllez
A pesar de la importancia de los humedales para la supervivencia de gran biodiversidad y para la generación de diversos servicios ambientales, los intereses de las personas sobrepasan el bienestar de los demás y se hacen evidentes en hechos atroces como el relleno de los pocos humedales que quedan en la Sabana de Bogotá. Este es el caso del Humedal de Guaymaral, cuya historia se ha visto frecuentemente protagonizada por rellenos que han modificado la zona y han disminuido la biodiversidad que presenta.
El humedal de Guaymaral, ubicado al costado occidental de la autopista norte, entre las calles 213 y un poco más al norte de la avenida Guaymaral ha sido rellenado en su mayoría para construir concesionarios, centros comerciales, colegios, universidades, clubes, parqueaderos, zonas para ganadería, cementerios y estaciones de servicio. Algunas zonas del humedal han sido víctimas de una transformación drástica a la cual se le unen otros humedales del Distrito: son transformados en lagunas. Tal vez estéticamente, para algunos, una laguna se ve mejor que un humedal, el problema es que al ser transformados a lagunas pierden la vegetación que sirve de hogar a gran diversidad de fauna de invertebrados, anfibios y aves, y que es la protagonista de muchos de los servicios ambientales que presta el ecosistema.
Desde mediados del año 2010, lo poco que queda del Humedal de Guaymaral (que para el año 2008 ya tenía rellenos) comenzó a ser rellenado de nuevo, decenas de volquetas entraban diariamente por una carretera ilegal para disponer allí los escombros. La zona de amortiguación aumentó más de tres metros de altura para sembrar pasto para ganado: la vida se comenzó a ir poco a poco. Se cubrió la vegetación que ocupaba la zona de amortiguación, en la que dominaba el retamo espinoso Ulex europaeus (Fabaceae) y Acacia sp., que no es la vegetación preferida para la zona de ronda de un humedal, pero que de igual forma, servía de hogar a varias especies de fauna.
Ahora, hay que ver el humedal desde un poco más de tres metros de altura, aún conserva espejo de agua al cual, en una parte, se le han colocado pato y costales de tierra, con el objetivo evidente de permitir el paso de un lado al otro, aunque interrumpe en cierta forma el flujo de agua de una parte del espejo a la otra ¿cuál será el principal objetivo de estos costales?
A pesar de todo, en el conteo realizado por la ABO en julio de 2011, aún se identificó la presencia de pato canadiense Anas discors (Anatidae), pato turrio Oxyura jamaicensis (Anatidae), garza del ganado Bubulcus ibis (Ardeidae), tingua de pico rojo Gallinula chlorophus (Rallidae), tingua pico verde G. melanops bogotensis (Rallidae) y focha común Fulica americana (Rallidae), entre otras especies. Esto hace evidente el esfuerzo y la necesidad que tiene nuestra fauna de mantener su existencia, a pesar de las condiciones que les generemos.
Afortunadamente, La Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá desmontó la carretera ilegal por la que pasaban las decenas de volquetas para disponer los escombros, y ahora la Fiscalía investiga para identificar a los responsables de este delito ambiental.
Recordemos que un humedal no solo es el cuerpo de agua, también es su parte terrestre, por lo que se les conoce como ecosistemas anfibios o intermedios, son zonas de transición entre el medio acuático y terrestre, albergan vida de ambos medios. En esta característica está su capacidad para conservar gran diversidad de vida. Las lagunas, aunque tienen vida, no son tan ricas como los humedales debido a que no presentan las mismas condiciones de profundidad y vegetación que sí presentan los humedales, esta vegetación es el refugio y la cuna de muchos organismos, por ello la importancia de conservarla aunque estéticamente no les guste a muchos o porque sea el refugio de “animales monstruosos y repugnantes” como pequeños mamíferos que existieron mucho antes que nosotros y que contribuyen con el equilibrio de los ecosistemas, animales que nos ayudan a respirar porque dispersan las semillas de las plantas que producen oxígeno para nosotros y captan ese dióxido de carbono que tanto nos gusta producir.
El humedal de Guaymaral, que en su momento fue de los más grandes de Bogotá, está desapareciendo por causa de intereses personales, necesita la atención de sus dueños: los bogotanos y colombianos que saben que necesitan de sus servicios para poder vivir saludablemente, pues si no se hubiera rellenado ni segmentado, probablemente la población que habita Guaymaral no se inundaría.
Agradecimientos
A Norma Díaz por facilitar los datos del conteo de aves de julio de 2011, en el humedal de Guaymaral.
Fotografías
- Francisco Sánchez, 2008
- Johan Naranjo, 2010
- Lorena Téllez, 2010
- Jorge Escobar, 2011
Lorena Téllez