Por: Daniel Bernal
Bogotá es una ciudad con una alta diversidad natural, así parezca increíble.
En nuestra ciudad, una gran urbe metropolitana con un gigantesco proceso de urbanización y de destrucción de hábitats naturales, es impresionante que se encuentran alrededor de 160 especies de aves, dos de ellas endémicas en peligro de extinción: la Tingua bogotana (Rallus semiplumbeus) y el cucarachero de pantano (Cistothorus apolinari), una endémica no en peligro: Chamicero (Synallaxis subpudica) y una que se cataloga como casi endémica y en peligro de extinción: Conirrostro rufo (Conirostrum rufum). Nueve subespecies endémicas locales: la Tingua pico verde (Gallinula melanops bogotensis), el Pato turrio (Oxyura jamaicensis andina), la Focha americana (Fulica americana columbiana), el Búho sabanero (Asio flammeus bogotensis), el Canario sabanero (Sicalis luteola bogotensis), el Avetorillo pantanero (Ixobrychus exilis bogotensis), la Dormilona piquipinta (Muscisaxicola maculirostris niceforoi), la Alondra cachudita (Eremophila alpestris peregrina) y la Monjita bogotana (Chrysomus icterocephalus bogotensis). (1) y (2).
Con estos datos se ha catalogado a nuestra ciudad como una metropoli megadiversa y esto no es de sorprender, pues hace tan solo 70 años en Bogotá teníamos cerca de 50.000 hectáreas de humedales y hoy nos quedan solo 677 aproximadamente, lo que nos muestra que la naturaleza ha resistido en alto grado tanta destrucción aunque lógicamente, han habido graves consecuencias como la extinción del Zambullidor bogotano (Podiceps andinus).
Un ejemplo de esta diversidad nos lo da el ave insignia de nuestra ciudad: la Tingua Bogotana (Rallus semiplumbeus).
Esta ave es una de las más hermosas y difíciles de observar, es endémica de la sabana de Bogotá y se encuentra en peligro de extinción. Todos los avistamientos de la especie los realizamos en el humedal Tibabuyes o Juan Amarillo en Diciembre de 2011 y en Febrero de este año.
Después de casi una año de numerosas visitas a los humedales Bogotanos por fin la pudimos fotografiar, aunque es más común escuchar su canto particular es muy difícil tomar registros fotográficos debido a que es pequeña (25 cm) y muy escurridiza y asustadiza, cualquier movimiento o ruido la espanta y corre a esconderse inmediatamente detrás de juncos o pastos. Se requiere mucha paciencia y perseverancia para poderla observar en nuestros humedales.
En nuestra primera visita la vimos cerca de tinguas pico rojo (Gallinula galeata) y de chamones (Molothrus bonariensis) y estaba relativamente tranquila, se encontraba en la zona norte del sector 2 del humedal Tibabuyes o lo que se le denomina «la chucua de los curies» o «la chucua de Colsubsidio». El segundo encuentro fue en esta misma zona y el tercero fue al costado sur de la chucua por donde a unos 20 metros se encuentra el trazado de la Avenida ALO, el mayor peligro que actualmente se cierne sobre el humedal de Tibabuyes.
Es todo un lujo que en nuestra ciudad todavía hayan especies únicas a nivel global como la Tingua bogotana, reconozcamos nuestro potencial como ciudad megadiversa y protejamos nuestros ecosistemas de las graves amenazas que los pueden destruir.
Referencias:
- Libro: Aves de la Sabana de Bogotá, guía de campo. Asociación Bogotana de Ornitología. 2000. Bogotá, Colombia.
- Los Humedales de la Sabana de Bogotá : Área Importante para la Conservación de las Aves de Colombia y el Mundo. Instituto Humboldt. aicas.humboldt.org.co/downloads/AICAS_Sabana_de_Bogota.pdf
Autor: Daniel Bernal, daniel@humedalesbogota.com, twitter: @danielbernalb.
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